Las Verdugas
Tiempo atrás, cifraba mis esperanzas
en que la llegada de las mujeres al poder implicaría una revolución moral en
las estructuras éticas del gobierno. Me equivoqué, lo acepto, aunque existen
muchas personas del género femenino que son un ejemplo de universal observancia.
La primera gran verduga que surgió
en mi memoria fue Guadalupe Taddei, la actual presidente del INE para la gran
tragedia de la dolorida patria mexicana. Este siniestro personaje, extraído de
la galera más recalcitrante del averno, pisoteó la herencia electoral de
nuestros ancestros. Taddei ignoró la historia y los esfuerzos de varias
generaciones de verdaderos compatriotas decididos a heredar un país democrático.
Los primeros cimientos se dieron cuando en 1917 se instituyó la Junta Empadronadora
para organizar procesos electorales; en 1946 se promulgó la Ley Federal
Electoral; en 1973 se creó la Comisión Federal Electoral, y la Ley de Organizaciones Políticas y Procesos
Electorales (LOPPE); en 1987 se integró la Comisión Federal Electoral; en
1990 se expidió el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales
(COFIPE) que ordenó la creación del IFE, además de los consejeros ciudadanos de
1994 y el reforzamiento del IFE al desligarlo por completo, del Poder
Ejecutivo, sin olvidar la reforma del 2014 que transformó al IFE, en INE para
garantizar altos niveles de calidad en nuestra democracia electoral. Taddei
encabezó la decapitación de las grandes esperanzas históricas de México.
Ella, un endriago de mujer, organizó
las elecciones del Poder Judicial, sin ver por el bien de la nación, según su
toma de protesta y decidió sumarse, mandoble en mano, a decapitar salvajemente nuestro
patrimonio político con todas sus consecuencias de muy diversa naturaleza.
A partir de hoy, seremos el único
país del mundo que elige a todos -todos- los integrantes del Poder Judicial:
Mediante esa decisión suicida de iniciativa del Mefistófeles mexicano,
desapareció de un vulgar plumazo la separación de poderes federales y con ello,
se extinguió nuestra embrionaria democracia, además de haber politizado el
sistema de impartición de justicia, que ahora se aplicará de acuerdo a
intereses políticos, criminales, económicos o empresariales renunciando a lo
establecido por la ley.
¿A dónde va un país, secuestrado
políticamente, dirigido de acuerdo a los estados de ánimo del tirano (a) en
turno, y en donde la ley no garantiza la defensa de los derechos humanos? ¿A
dónde va un país, en donde los aficionados al futbol nombran a sus árbitros? ¿A
dónde va un país sin certeza jurídica para los inversionistas creadores de
empleo y de riqueza? ¿A dónde va un país en donde el crimen organizado vota a
sus jueces? ¿A dónde va un país, en donde la autoridad judicial no controla lo
abusos del poder, como antes acontecía con el derecho de amparo?
Taddei guillotinó, sin piedad, junto
con Morena, nuestras más caras ilusiones democráticas, al lado de Mónica Soto,
otra degolladora, quien tuvo la audacia de declarar como presidenta del TEPJF,
que “llamar a no votar no es democrático', cuando, en esta ocasión votar equivalió
a apuñalar por la espalda a la patria.
13 millones de ciudadanos ignorantes
o sobornados con el presupuesto público, o todo junto, votaron el 1 de junio
por la destrucción de México, cuando el padrón electoral está integrado por 100
millones de electores. En el caso de la revocación del mandato se requiere el
40% de participación ciudadana y ahora el 12% -o sea, nada-, fue suficiente
para arrasar con el Estado de Derecho.
Sheinbaum, la gran directora de
todas las verdugas, ahora ya, titular encubierta de los 3 poderes de la unión,
declaró, que las elecciones que acabaron con el futuro de México, “fueron un
éxito” y todavía nos pidió a todos los mexicanos que “tengamos
confianza, vivimos un momento extraordinario, somos un país libre, soberano e
independiente cada día más justo y democrático”, en el que nos amenazó con
cancelar la libertad de expresión, la inversión privada y pública se desploman
peligrosamente, el Banco de México recorta el pronóstico de crecimiento, el
gobierno parece estar quebrado, la deuda pública nos asfixia, se da una
temeraria fuga de capitales, se contiene el empleo y la incertidumbre se
apodera de las mayorías pensantes… ¡La revolución moral femenina está en severo
entredicho!